O bispo Etchegoyen afirma que Mundial de Fútbol oculta penosa realidad de buena parte del planeta
BUENOS AIRES, Argentina, Junio 23, 2006
ACL Noticias
La pasión que despierta el mundial de fútbol, oculta la penosa realidad de buena parte del planeta. Según el obispo Aldo M. Etchegoyen, secretario general del Consejo de Iglesias Evangélicas Metodistas de América Latina y el Caribe (CIEMAL), este juego de estrellas, no debería impedir a la humanidad “ver el otro lado de la moneda, el de un mundo necesitado de cambios, de justicia, de dignidad y amor”.
“La copa mundial viene a ser un dibujo de la situación mundial, extrema riqueza y extrema pobreza, extremo derroche y extremo sacrificio, desigual balanza que nos muestra nuestra incapacidad de crear condiciones dignas e igualitarias de vida para toda persona y comunidad”, sostiene el líder metodista.
Etchegoyen afirma que el mundo vive un fenómeno de globalización sin precedentes; así, desde Alemania, los partidos del mundial paralizan a los países que siguen, a través de la televisión, las incidencias y gambetas de las estrellas del fútbol y los goles de las selecciones.
Pero, agrega, lejos de Alemania, en países asiáticos, millones de obreras y obreros han trabajado y trabajan en la fabricación de zapatos, pelotas, camisetas y otros accesorios de toda esta fiesta.
Sin animo de echar a perder la fiesta, el obispo metodista se detiene en el costo “barato de esa mano de obra, apenas centavos de dólar por hora en difíciles condiciones de vida, todo para dar vida y movimiento a tanta riqueza de este show que todos miramos”.
No hace falta hacer difíciles operaciones para caer en cuenta que los contratos y premios de tantas estrellas de la copa mundial, son comparables con miles de horas de miles y miles de personas, que son como engranajes de una gran maquinaria de producción, al margen de las grandes ganancias de las fábricas y empresas que manejan el mundo del fútbol, señala.
El contraste de esa realidad, dice Etchegoyen, se puede ver en la danza de millones de dólares que mueve el mundial, unos 450 millones para gastos generales, 150 millones de premios, sin contar los gastos de propaganda, movilidad de la gente y comercios que hacen grandes ganancias.
Resulta penoso, destaca el obispo, la presencia en Alemania de "casas de placer" de lujo para atender a tantos personajes. “ Un triste espectáculo del uso de miles de mujeres como cosas que se usan y luego se descartan”, precisa.
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